Una Cuestión De Confianza

A Marisa le parecía un juego, aunque en realidad no lo era.... Pensaba que ocultar cosas no era mentir.

Ricardo, fortuitamente, había descubierto muchas cosas que Marisa le ocultaba. Algunas veces por casualidad, otras porque ella misma "se pisaba" y sin darse cuenta daba datos acerca de lo que quería ocultar, otras por terceras personas que la dejaban en evidencia.

Pocas veces él la enfrentó y le preguntó acerca de lo que ella le ocultaba, pues conocía a la perfección cual sería su reacción... La mayor parte de lo descubierto se lo guardaba para sí, sabiendo que no tenía sentido preguntar acerca de cosas que Marisa negaría.

Sabía, por ejemplo, que muchas de las noches que ella se despedía diciendo que se iba a su casa a dormir, en realidad era para irse a conversar con un "amigo" hasta bien entrada la madrugada.

También sabía, porque lo había descubierto de modo casual, que Marisa y un "más que amigo" del pasado habían sido una pareja que incursionaba en el mundo swinger...

Lo que Ricardo no entendía era, ¿por qué, si ella tenía por él ese fuerte sentimiento que parecía de verdad tener, no era totalmente sincera?.  ¿Por qué no podía confiar en él, si cualquier relación debe basarse, por sobre todas las cosas en el cariño, pero también en la confianza?

¿Por qué no decir siempre la verdad?, se preguntaba una y otra vez, sin conocer la respuesta exacta.

Juego Del Destino

"No se puede competir con alguien que es diecisiete años más joven", concluyó Gerardo... Sentado en el sillón de su sala de estar, había analizado a conciencia cada detalle de su relación con Mariana... Ella seguía enamorada de Ricardo, ex amor de Mariana, y varios años menor que ella también.

Gerardo comprendió que debía dar un paso al costado, por muy enamorado que estuviera, para dejarles el camino despejado y para no seguir sufriendo por un amor que ya no tenía sentido, según sus conclusiones... 

Decidió salir a dar un paseo, a modo de relajación, para luego enfrentar a Mariana y darle a conocer su decisión. Tomó las llaves de su auto, y salió rumbo a la calle. 

Diez minutos después su automóvil se deslizaba plácidamente por la autopista, de a poco fue aumentando la velocidad hasta alcanzar los 120 km/h, que era la velocidad máxima permitida. 

De pronto, sonó su teléfono móvil, por la música del ringtone supo que era una llamada de Mariana. Al intentar contestar ese llamado, perdió fugazmente el control del automóvil, este comenzó a girar sobre el asfalto y un camión que venía detrás no pudo evitar colisionarlo, destruyendo el automóvil y la vida de Gerardo.

Sin querer, Gerardo pudo cumplir su deseo de dejar libre a Mariana...

En El Umbral

Él estaba solo, en el umbral de un edificio abandonado, mirando las luces de los automóviles que dibujaban sombras fugaces sobre los edificios cercanos, esperando que ella llegara.
Con su espalda contra la pared y todos sus sentidos alertas, cada silueta que se acercaba le parecía ser la de ella.

A medida que las agujas del reloj se desplazaban a través de la esfera, su inquietud iba en aumento, su mente imaginaba todo tipo de fatalidades que, a pesar del intenso frío, lograban perlar su frente con sudor.

Cuando ya su impaciencia era insostenible ella apareció casi de pronto y, al estrecharla en sus brazos, instantáneamente olvidó todo lo que había imaginado, mientras estaba solo en ese umbral...

Nada Es Para Siempre...

Nada es para siempre, ni siquiera el amor más intenso, puro y verdadero que se pueda imaginar. 
Se cansó de sus mentiras, se hartó de sus misterios, de descubrir sus falsedades. 

El amor, la amistad, cualquier tipo de relación afectiva debe tener como base fundamental la confianza y el respeto mutuo.

Cuando esto no existe o se resquebraja a través de mentiras reiteradas, no hay sentimiento que pueda salir indemne, por mucho que se ame.

Y él se cansó... A pesar de su amor infinito.